"NO QUEREMOS TROPAS DISCIPLINADAS QUE A TODO DIGAN 'SI', "QUEREMOS TENER COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS QUE PIENSEN, QUE NOS DIGAN LA VERDAD, QUE TENGAN CAPACIDAD TRANSGRESORA, QUE NOS AYUDEN A EQUIVOCARNOS LO MENOS POSIBLE."...... NESTOR KIRCHNER.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Perón y los Medios de Comunicación Masiva

La influencia que a principios del siglo adquirió la publicidad ha sido decisiva para su utilización en la política internacional y en la guerra.

El prestigio de los antiguos diarios veraces y difusores del bien, aprovechado por aventureros y traficantes, sufrió la suerte consiguiente. La opinión no pudo haber escapado a la terrible deformación de todos los valores que ha caracterizado nuestro tiempo.

Hoy no es un secreto para nadie que muchos consorcios y cadenas de diarios no son sino empresas comerciales, que venden papel escrito como se venden cosméticos o artículos de ferretería.

Antes, los diarios pobres pero honrados se elevaron moralmente con su información leal y su prédica honorable. Cuando apareció la publicidad fueron poco a poco envileciendo su primitiva posición para servir los móviles de sus avisadores y su propaganda. Convertidos así en un vulgar comercio, los diarios degeneraron poco a poco en verdaderos monopolios.

Hoy no hay quien no utilice la publicidad con fines propagandísticos con resultados variables. Pero los imperialismos se sustentan en algo más serio que la simple publicidad. A ellos no les es suficiente publicar un aviso para vender su artículo, sino que deben imponerlo a toda costa, y para eso no es suficiente avisar. Por eso los Estados han creado todo un servicio publicitario, disfrazado con diversos nombres o siglas.

Este servicio comprende toda una organización que involucra al que hace o inventa la noticia, la estudia, la explota, la depura, la distribuye y la reproduce. Es claro que todo este organismo, que comprende las llamadas fuentes de información y empresas internacionales de noticias, obra con un designio que se imparte como objetivo desde un lugar central que dirige y comanda el grupo.

Si desde un diario se puede hacer un chantaje a una persona, desde esa organización se lo puede hacer a toda una nación. Por este medio es posible llevar al descrédito a un gobierno, y a un pueblo entero a la guerra.

Algunas de estas empresas internacionales pertenecen o trabajan para los servicios de espionaje de los países que, mediante el zarandeado arbitrio de la libertad de información y acceso a las fuentes de información, abren el camino a la actuación de numerosos agentes y espías, asegurándoles un cierto grado de impunidad.

Cuando se habla de “opiniones independientes” de los grandes diarios con insistencia sospechosa, en numerosos órganos de distintos países, puede individualizarse perfectamente la organización del monopolio que abarca el “trust” de publicidad dirigido por las grandes centrales de los países. Los congresos internacionales de editores no son otra cosa que reuniones sui generis de directorio o de empleados que van a esas centrales a recibir instrucciones. El pueblo los ha llamado con propiedad “la voz del amo”.

No es un secreto para nadie que en el país se editan diarios dependientes, dirigidos y administrados en el exterior, que cuando tienen un contratiempo aquí las protestas se producen a 4.000 kilómetros de distancia. Todo esto no es nuevo ni debe movernos a perplejidad porque es un episodio más de lucha política internacional accionando subterráneamente, pero movida por manos tan incapaces como irresponsables.

En su mayoría, estos diarios, que invocan aquí y allá la opinión pública, no la representan en manera alguna. Pretenden encaminar a esa opinión hacia los intereses u objetivos que defienden, no siempre confesables, lo que los obliga a ocultarse tras el engaño que invocan.

Las campañas sincronizadas a base de noticias fabricadas, calumnias inauditas y falsedades de a puño no son en manera alguna peligrosas para nadie, pues los pueblos han llegado a descubrir la verdad a través de la mentira. Sin embargo, esos diarios tendrán su mejor castigo en el hecho de que cuando digan la verdad nadie se la va a creer.

Juan Domingo Peron, fue publicado bajo uno de sus seudónimos, Descartes, en Diario Democracia el 15 de Marzo de 1951


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